CRONICA MISTURERA
No soy de imagen institucional o
algo parecido, solo son mis pareceres y me hago responsable de ellos.
La mejor bienvenida para un
sureño serrano como yo, es la melodiosa sinfónica de las olas al chocar en las
rocas de las playas-al iniciar la costanera limeña-, el cielo panza de burro y
el aroma marino, son la mejor “comisión de protocolo”; el ingreso es difícil, demasiados
automóviles casi todos taxis, policías de tránsito que hacen malabares para
hacer el trafico más fluido en este primer día de Mistura.
Las colas
En los módulos de cambio de
nuevos soles por “soles mistureros”, jóvenes y atractivas orientadoras te
sugerían cuanto deberías cambiar aproximadamente para que toda tu familia o amigos
comieran y bebieran, en el Gran Mercado
se aceptaba efectivo sin ningún problema, estos módulos están repartido en todo
el campo ferial misturero. Las personas compraban sus cartones de soles y luego
a elegir su plato favorito repartiéndose en las colas, unos en caja, otros en el
área de entrega de sus alimentos; algunos negocios resultaron “engreídos” por
el público tenían unas colas extremas, quizás por ser más conocidos por
nuestros hermanos limeños o quizás por la novedad presentada en los noticieros
matutinos.
ALGUNOS EXPOSITORES
Son las 11 de la mañana los
aromas inconfundibles de comida recién hecha deleitan mi olfato, confunden mis
emociones y me obligan a tomar decisiones, aunque Ud. no podemos comer todos
los platos en un solo día, debemos ser sutiles para disfrutar de esta
experiencia culinaria, iniciamos con un postre que expresa la preocupación de
un cocinero profesional por entregar una ofrenda de dulzura y salud “Postres
sin culpa” de Jorge Zavala, ideal para una Lima mazamorrera y dulcera.
Llego la hora del almuerzo quiero
recordar los sabores de la hermosa ciudad de Chiclayo así que nos vamos raudos
por un arroz con Pato, llegue tarde, se acabó, la guapa chiclayana de caja me
dice que en 20 minutos saldrá “calientito el arrocito con pato”, decisión… a
esperar con paciencia y alegría sin apurar a la cocina, porque la cocina
tradicional tiene su ritmo, tiene su pausa para cocinar los insumos con amor de hogar; mientras esperaba, mi
mente recordaba Lambayeque…el museo de sitio de Tucume, los algarrobos, las
historias de un pueblo, sus calles, su chicha blanca de mani, hasta que una amable
voz me despierta de mi letargo “señor, señor, Ud. Pidió arroz con pato verdad…?”
Es el segundo día mi olfato
acostumbrado a un clima más seco ya no siente que respira agua, nos estamos
adaptando, esta maravillosa capacidad de serrano me dará más libertad en mi
andar, es más temprano, un buen desayuno es necesario, los “Sanguches” de Adobo
son los ideales lo sirven con su juguito
para sopearlo como en Arequipa, un breve saludo con Rodrigo Barco que hace
honor a su apellido y cual capitán,
dirige y mete mano donde sea necesario para que todos estemos
satisfechos con las ofertas gastronómicas de “El Garaje Sangucheria”, que
cuenta en su tripulación con guapas paisanas mías, cuya sonrisa sincera y
coqueteo telúrico marcan la atención de un buen sabor, el adobito que se
quedara en tu corazón…
Si de tradición hemos de hablar,jamás
podemos olvidar a la picantería La Benita de Characato Arequipa, dirigida por
doña Benita Quicaño la matrona de los picantes quien ha traído una Ocopa hecha
a Batan y un delicioso rocoto relleno, ella junto con su hijo Roger Falcon de
profesión Arquitecto y gran picantero han deleitado nuestros ojos con la
recreación de una picantería tradicional arequipeña del siglo pasado, solo el
amor a la cocina y el compromiso con su identidad logran esta maravilla.
Mistura resulta siendo una pausa
en un mundo veloz, que nos recuerda que la cocina es parte de nuestro hogar,
donde las expresiones de amor se plasman en los platos de comida y bebida, los
que pretenden banalizar este espacio de libertad, insinuando o pretendiendo que
aquí se profundizan los problemas sociales y económicos que aqueja a nuestra
sociedad, serán bien recibidos si dejan en la puerta sus prejuicios, odios y
rencores, porque la comida consumida con ira es una vida perdida.