LLUVIA Y TRAGEDIA EN AREQUIPA 1925
“No hay duda de que somos un pueblo
imprevisor. La voluntad no se manifiesta entre nosotros, si no a golpes de
imprevisión y a costa de tragedias. Solo
cuando hay algo que lamentar entonces se
pone manos a la obra y se proyecta toda clase de defensas como si fuésemos
niños que requieren de castigo material para enmendar errores”[1].
Así iniciaba la columna de un
periodista que veía con preocupación que la temporada lluviosa se aproxima en
octubre de 1925, bastante critica por el accionar errado de las autoridades
frente a las lluvias del verano pasado
“ya va ser un año que sufrimos las consecuencias de esa imprevisión por
efecto de las fuertes lluvias… nada se ha
hecho para alejar el peligro[2]”.
Ese fatídico verano de 1925
marcaría las memorias de las familias arequipeñas que sintieron el dolor de
perder a sus seres queridos por los avatares de las terribles lluvias.
El titular del diario el pueblo
del 12 de febrero, era más que evidente la desgracia y el ángel de la muerte
estaba en Arequipa, “LA HORRIBLE TRAGEDIA DE SABANDIA. Parte del
puente se derrumba, cinco víctimas conocidas…[3]”
Sabandia era considerado uno de
los balnearios de la ciudad de Arequipa donde habían construido sus chalets algunas familias acaudaladas que frecuentaban
este hermoso rincón de la campiña cada verano. “Al ser entrevistados los
señores Rey de Castro, Castañeda y Ricketts que se hallaban de temporada en Sabandia con sus familias” indicaron “…
momentos antes de las seis de la tarde varias familias se trasladaron al
puente, con el propósito de contemplar
el espectáculo que ofrecía el rio con la enorme avenida que origino la enorme
lluvia torrencial de ayer”.
El atrevimiento humano de
contemplar la furia de la naturaleza hace que nuestra prudencia se diluya entre
aguas de dolor y desconsuelo, “Encontrábanse allí las señoras Zoila Romaña de Stanfford
con varios de sus sobrinos, el señor Manuel Enrique Romaña, las señoritas
Olivares con sus hermanos menores ,que hacían como cien personas… el señor José
Ricketts advirtió a la señora de Stanfford, que era peligroso continuase sobre
el puente, en vista de la creciente de aguas que amenazaba con derribarlo a lo que respondió la señora que no había
cuidado alguno por cuanto, en otras veces, había visto avenidas de mayor
magnitud”
Decisiones difíciles frente al
peligro “…la niñita Consuelo Gamio que
fue llevada por la corriente hasta una pequeña isla, logro incorporarse en
esta, donde presa de la desesperación y
debido a la obscuridad levantaba los
brazos sin acertar a comprender lo que ocurría. Desde ambas orillas la gente
gritaba a la niña Gamio que permaneciera en la isla porque luego decrecería el
rio; pero ella, con el ansia angustiosa, de salir a la orilla, dejo la isla
intentando ponerse a salvo, con tan mal suerte, que el ímpetu del agua la arrollo
nuevamente desapareciendo entre la corriente”.
Los héroes no existen pero la
solidaridad si “…Félix Gallegos vecino de
Sabandia monto en un caballo moro y procedió a internarse en el rio… consiguió
llegar hasta el sitio donde se encontraba el señor Enrique de Romaña, logrando
ponerle completamente a salvo. Después continuo hasta la primera isla en donde
se hallaban Antonia Cárdenas, Domitila Muñoz y Teresa Carpio, con los vestidos
destrozados, las que fueron salvadas por Gallegos, trasladándolas a la orilla”
Se organizaron varios grupos de
jinetes para salir en búsqueda de las victimas logrando salvar a mas
sobrevivientes que luchaban por sus vidas en el caudaloso rio “…fueron sacados de las aguas y puestos a
salvo don Salomón Carpio, las menores Donata Carpio e Isabel Cárdenas, don
Manuel Copara, que ha sufrido la fractura de un brazo…”.
Al día siguiente de esta
desgracia se hallaron los cadáveres de la
señora de Stanfford, del niño Víctor Salas a la altura de Socabaya. Los cuerpos
de los niñitos Pedro y Consuelo Gamio (la pequeña de la isla) no
encontrándose los cuerpos de varios vecinos de Sabandia cuya identificación no fue clara.
Hace 92 años la naturaleza nos golpeó enlutando a diferentes familias arequipeñas,
¿Qué hemos aprendido en estas décadas?, en tiempo de tempestad solo la
solidaridad es el arma frente a todos los retos naturales y artificiales que
enfrentaremos.