sábado, 28 de enero de 2017

LLUVIA Y TRAGEDIA EN AREQUIPA 1925

LLUVIA Y TRAGEDIA EN  AREQUIPA 1925


“No hay duda de que somos un pueblo imprevisor. La voluntad no se manifiesta entre nosotros, si no a golpes de imprevisión  y a costa de tragedias. Solo cuando  hay algo que lamentar entonces se pone manos a la obra y se proyecta toda clase de defensas como si fuésemos niños que requieren de castigo material para enmendar errores”[1].

Así iniciaba la columna de un periodista que veía con preocupación que la temporada lluviosa se aproxima en octubre de 1925, bastante critica por el accionar errado de las autoridades frente a las lluvias del verano pasado  “ya va ser un año que sufrimos las consecuencias de esa imprevisión por efecto de las fuertes lluvias… nada se ha hecho para alejar el peligro[2]”.

Ese fatídico verano de 1925 marcaría las memorias de las familias arequipeñas que sintieron el dolor de perder a sus seres queridos por los avatares de las terribles lluvias.

El titular del diario el pueblo del 12 de febrero, era más que evidente la desgracia y el ángel de la muerte estaba en Arequipa, “LA HORRIBLE TRAGEDIA DE SABANDIA. Parte del puente se derrumba, cinco víctimas conocidas…[3]

Sabandia era considerado uno de los balnearios de la ciudad de Arequipa donde habían construido sus chalets  algunas familias acaudaladas que frecuentaban este hermoso rincón de la campiña cada verano. “Al ser entrevistados los señores Rey de Castro, Castañeda y Ricketts que se hallaban de temporada  en Sabandia con sus familias” indicaron  “… momentos antes de las seis de la tarde varias familias se trasladaron al puente, con el  propósito de contemplar el espectáculo que ofrecía el rio con la enorme avenida que origino la enorme lluvia torrencial de ayer”.

El atrevimiento humano de contemplar la furia de la naturaleza hace que nuestra prudencia se diluya entre aguas de dolor y desconsuelo, “Encontrábanse  allí las señoras Zoila Romaña de Stanfford con varios de sus sobrinos, el señor Manuel Enrique Romaña, las señoritas Olivares con sus hermanos menores ,que hacían como cien personas… el señor José Ricketts advirtió a la señora de Stanfford, que era peligroso continuase sobre el puente, en vista de la creciente de aguas que amenazaba con derribarlo  a lo que respondió la señora que no había cuidado alguno por cuanto, en otras veces, había visto avenidas de mayor magnitud



Las tragedias suceden en tan solo unos segundos “… los cimientos de esa parte del puente crujieron con  estrepito, desmoronándose, en medio de los gritos y la confusión… el machón de esa parte del puente se derrumbaba por completo arrastrando a la señora de Stanfford a los cuatro hijos de señor Gamio, al seño Manuel Enrique Romaña, a doña Antonia Cárdenas, Domitila Muñoz, Teresa Carpio, Salomon Carpio, Manuel Rondon, el menor Víctor Salas, Manuel Copara y cerca de veinte personas  todas las que fueron arrastradas por las aguas.”

Decisiones difíciles frente al peligro “…la niñita Consuelo Gamio que fue llevada por la corriente hasta una pequeña isla, logro incorporarse en esta, donde presa de la desesperación  y debido a la obscuridad  levantaba los brazos sin acertar a comprender lo que ocurría. Desde ambas orillas la gente gritaba a la niña Gamio que permaneciera en la isla porque luego decrecería el rio; pero ella, con el ansia angustiosa, de salir a la orilla, dejo la isla intentando ponerse a salvo, con tan mal suerte, que el ímpetu del agua la arrollo nuevamente desapareciendo entre la corriente”.

Los héroes no existen pero la solidaridad si “…Félix Gallegos vecino de Sabandia monto en un caballo moro y procedió a internarse en el rio… consiguió llegar hasta el sitio donde se encontraba el señor Enrique de Romaña, logrando ponerle completamente a salvo. Después continuo hasta la primera isla en donde se hallaban Antonia Cárdenas, Domitila Muñoz y Teresa Carpio, con los vestidos destrozados, las que fueron salvadas por Gallegos, trasladándolas a la orilla

Se organizaron varios grupos de jinetes para salir en búsqueda de las victimas logrando salvar a mas sobrevivientes que luchaban por sus vidas en el caudaloso rio “…fueron sacados de las aguas y puestos a salvo don Salomón Carpio, las menores Donata Carpio e Isabel Cárdenas, don Manuel Copara, que ha sufrido la fractura de un brazo…”.

Al día siguiente de esta desgracia se hallaron los cadáveres de la señora de Stanfford, del niño Víctor Salas a la altura de Socabaya. Los cuerpos de los niñitos Pedro y Consuelo Gamio (la pequeña de la isla) no encontrándose los cuerpos de varios vecinos de Sabandia cuya identificación  no fue clara.


Estas torrenciales lluvias afectaron a toda la ciudad “…las cosechas de maíz y de trigo se han perdido, los hogares invadidos por las aguas con la consiguiente pérdida de mobiliarios, los terrenos que se han malogrado por efecto de la arena y las piedras, los edificios malogrados, los caminos interrumpidos, la paralización eléctrica que significa perdidas en las industrias… si a esto se agrega el encarecimientos de los artículos de primera necesidad  por efecto de los daños causados a la agricultura y a la ganadería[4]


 Hace 92 años la naturaleza  nos golpeó enlutando a diferentes familias arequipeñas, ¿Qué hemos aprendido en estas décadas?, en tiempo de tempestad solo la solidaridad es el arma frente a todos los retos naturales y artificiales que enfrentaremos.



[1] El pueblo 25 octubre 1925:2
[2] Op.cit. 1925
[3] El pueblo 12 de febrero 1925:1
[4] El pueblo 31 de enero de 1925

sábado, 7 de enero de 2017

LAS MUJERES DEL MERCADO SAN CAMILO Y EL HILO DE SANCHEZ CERRO

Las mujeres del mercado San Camilo han dejado crónicas en la historia de Arequipa, algunas acompañando a la extremadamente católica María Nieves y Bustamante, otras secuestrando al santo de su predilección en  defensa de su fe, faltarían paginas para enumerar las intervenciones de estas mujeres del mandil y la sonrisa, de la honestidad y la vida.

Muchas veces una sátira oculta, una verdad que se maquilla para no ser perseguida por la autoridad y el cierre de un periódico o medio de comunicación,  en una etapa de inestabilidad política como fue el lejano 1931  se publicó en el semanario dominical “El Clarin”  un suceso que describe al carácter de la mujer de la plaza de abastos y la probable actitud del político Sánchez Cerro al enfrentar y tratar de ganar su simpatía.

“Don Magnolio Sánchez Cerro, bien perfumado, manicurado, y maquillado, vio su reloj: Son las 6-se dijo- Buena hora para ir al mercado”.

Al cabo de 15 minutos Don Magnolio ingresaba al mercado San Camilo entre los gritos de una multitud de mujeres rabiosas de entusiasmo.

¡Que viva Sánchez Cerro! Gritaba Doña Entropina.
¡Que viva! Contestaban todos.
“Quien no viva a Sánchez Cerro que me bese el tracero” gritaban otras, ebrias de Sanchizmo y listas para arremeter a quien no se aunara a semejante manifestación de simpatía.

Don Magnolio no hallaba que hacer. Hablaba a una a otras, agradecia, estrechaba manos, hacia venias, suspiraba, en fin el hombre estaba pedido entre aquellas mujeronas, que hubieran querido hacerlo picadillo y banqueteárselo.
Derrepente se oyo una voz de soprano ¡Que hable nuestro papacito Sanchez Cerro!


¡Que hable! ¡Que hable! Repitieron 500 y mas voces, al unisono.

Magnolio Sanchez Cerro que había preparado discurso, se vio en aprietos. Y como las voces arreciaban, no tuvo mas que dar un salto sobre la mesa de una carnicera.

Todos quedaron en silencio. Fue un silencio de tumba, donde no se oia ni el vuelo de una mosca. Magnolio se vino a improvisar, y con voz torrentosa y clara, empezó:

¡DignaTodos hijas del Perú!
Hubo una pausa. Todos esperaban que siguiera, pero Sanchez Cerro ni resollaba. Miraba al techo sin pestañar. La multitud medio que  ya empezaba a moverse.
Magnolio se dio cuenta del peligro y no tuvo más que confesarles su situación.

“Dispensadme les dijo: He tenido la desgracia del perder el hilo del discurso”. Y se bajó de la mesa. 

La multitud que no sabía que responder, se sobresaltó de repente ante la potente y bronca voz de doña Eustaquia que cuchillo en mano, les gritaba desde el centro de la puerta “que da a la calle “Alto de la Luna”.

-¡Ladronas! ¡Malagradecidas! Hijas de perra! ¡De aquí nadie sale hasta que no le devuelvan el hilo al señor Sánchez Cerro!.” (Charles)





Cuando vayas al mercado San Camilo no olvides que son mujeres de armas tomar defensoras de la honestidad y la libertad... ¡¡sino nadie sale!!