Escribes en el teclado Blanca Varela
entre los cientos de referencias que aparecen al googlear una llama nuestra
atención, es el audio de uno de sus poemas titulado “Casa de cuervos”, titulo ideal para nuestra crónica, una de sus
líneas no brinda el guion:
“… el color de tus ojos es el color de mi ceguera…”.
Se había superado el golpe de
estado de 1962, las campañas políticas, mítines y adhesiones aun quedaban en la
memoria de la sociedad peruana, apristas, odristas y acciopopulista eran tema constante
en los medios de comunicación, el legislativo estaba secuestrado por la alianza
APRA-UNO, el ejecutivo al mando de un impetuoso Fernando Belaunde Terry, que se
veía obligado a negociar con la Cámara de Senadores y Diputados para gobernar y
cumplir las promesas de su campaña política.
Los efectos de la sequía, entre
otros factores obligaron a la migración de habitantes de la sierra a las
ciudades buscando una oportunidad para ellos y sus hijos.
En este contexto aparece debajo
del título de la Revista Oiga en pequeñas letras la fecha 21 de agosto de 1964,
apreciándose en la contratapa el rostro de un hombre barbudo de mirada perdida,
titulada “Poncho negro: habitante de un país horrible”, texto de Blanca Valera.
En una entrevista realizada a
Blanca Varela[1] indico que colaboro con la revista Oiga entre
1962 a 1964 en “diferentes actividades “siendo la crítica cinematográfica que
firmaba con el seudónimo de “Cosme” la más estudiada en los últimos tiempos,
las otras actividades podían ser editoriales o reportajes como el de poncho
negro donde su opinión visceral de este personaje retrataba a un Perú en pleno cambio
social con la llegada de los migrantes y la ruralización de las ciudades en
este caso Lima.
Como en muchas colaboraciones con
la revista Blanca no firmo el texto es probable que el director no quisiera
dejar en el anonimato a Varela, redactando una nota aclaratoria donde denomina
a Poncho Negro como un personaje Kafkiano, producto de un mundo absurdo y
espantoso, como consideraba a las barriadas, tipificando al personaje como
perseguido por la policía, pero íntimo amigo del presidente del congreso.
Poncho Negro cuyo nombre
verdadero fue Ernesto Sánchez Silva considerado por diversos periodistas de la época
como uno de los primigenios lideres de las invasiones de tierras privadas o estatales
iniciadas en la década del sesenta del siglo pasado.
Personaje multifacético lo podían
encontrar vestido de militar, sacerdote, santurrón o artista vernácular, esta diversidad
atrajo la insana curiosidad de diversos periodistas limeños que buscaban
graficar un rostro a las masas acéfalas de migrantes, “creando en sus escritos
un personaje de una realidad en blanco y negro, sórdida; una lacra…”. Para una
sociedad limeña que temía a esa masa migrante ahora con rostro: “Poncho Negro”.
Varela va mas allá de la descripción
de un personaje tipificado como lacra social por los periodistas como se mencionó
anteriormente, desnuda ese mundo de intereses subterráneos que digitaban las
plumas de los columnistas de la prensa escrita de esa época “… Poncho negro… es
un esplendido material para las insaciables páginas de nuestra prensa [que
buscaba] mostrar un escenarios urbano dantesco, un laberinto infernal… las
barriadas, campos de polvo y desperdicio, la enfermedad, el nauseabundo olor de
la pobreza sin horizonte” para estos escribas esbirros de una clase que no pretendía
incluir jamás a los migrantes Poncho negro fue estereotipo de esa masa.
Blanca trata de entender a los
migrantes a través de su caudillo “Como cualquier otro desplazado social… clavo
su bandera en lo alto de un cerro y seguramente con voz mas alta que los otros
proclamo que esa era su casa, así nació el líder”.
Una masa sin rostro es peligrosa,
una con cabeza puede ser convencida, enamorada y controlada, bajo esa premisa
el caudillo fue requerido “convertido en un posible instrumento político de corto
pero efectivo alcance los jefes de conocidos partidos políticos conversaron con
Poncho negro para tener el apoyo de la masa”.
El discurso fue elevando la
temperatura, el papel, las teclas y la cinta de la máquina de escribir suenan y
plasman a gran velocidad la anatema final. El papel profanado por las emociones
lapidarias de Blanca Varela: “¿Quién es Poncho Negro? Poncho Negro es el Perú”
afirma categóricamente, “El Perú que no se quiere ver ni aceptar” tan actual,
real y punzante para este vil presente.
Continua Blanca “… podemos decir
que aquí, en esta nota sobre Poncho negro, sobre la miseria y el absurdo,
estamos hablando de un Perú horrible,
obra de pocos y calvario de muchos; de un Perú que debe cambiar y que solo
lo conseguirá hacerlo cuando todos los peruanos comencemos a ser peruanos”.
Hace 54 años estas líneas se
escribieron con la seriedad intelectual, con la pluma contundente y apocalíptica
de asociar a un individuo al destino de todo un país, ¿Cuánto ha cambiado
nuestra patria? Casi nada seguimos creyendo en los fabricantes de una realidad
en blanco y negro…
[1] DREYFUS, Mariela y SILVA-SANTISTEBAN, Rocío (1997).
Nadie sabe mis cosas. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República.
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